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Herfried Münkler points out that war has lost its classical symmetric character. He states that now a new type of armed internal conflict predominates. Prolonging war has become more important than seizing central political power. Initial causes and motives get lost during the course of the confrontation, which affects mainly the civilians. Therefore new methods of analysis and solutions are needed. Münkler outlines the consequences of asymmetrical wars in the international realm and presents a critical view of the US strategy. A comparison with other conceptions of the new wars allows a fuller understanding of Münkler's arguments, but raises certain questions. One question regards Münkler’s postulated depoliticization of the actors in the new wars as well as the powerlessness attributed to the civilian population. A logical consequence of these assumptions is that the search for solutions is only possible on an international level. As the original meaning of this kind of war gets lost, conflict prevention ceases to be important in Münkler's theoretical approach. |
Contenido |
Prolongación del conflicto asimétrico |
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Herfried Münkler: Die neuen Kriege. Reinbek bei Hamburg: Rowohlt, 2002. 288 páginas ISBN 3-498-04487-7 ![]() Rowohlt Verlag: ![]() Herfried Münkler: The New Wars. Cambridge: Polity Editorial, 2004. 224 páginas ISBN 0-7456-3337-4 ![]() Polity Editorial: ![]() |
1 | El concepto de »nueva guerra« ha sido promovido por varios investigadores pero es indudable que se puede considerar al politólogo alemán Herfried Münkler como el más destacado de ellos. Su libro Die neuen Kriege (»Las nuevas guerras«), publicado en 2002, responde a la hipótesis de que el Estado ha dejado de ser el actor principal en la guerra. | ||
2 | El protagonismo, en las últimas décadas, se lo llevaban grupos armados no-estatales y en lugar de la guerra interestatal, la guerra civil había pasado al primer plano. El escenario está, visto desde Europa, en la periferia. Visto desde lo institucional se ubica en regiones sin Estado o con uno muy precario. Visto desde la historia, en el ocaso, el residuo y los márgenes de grandes imperios. Visto desde la guerra misma es el paso de las guerras simétricas (estatales) a las asimétricas. | |||
3 | La guerra interestatal corresponde a un modelo »simétrico« de guerra superado. Las nuevas guerras corresponden a un modelo asimétrico. El concepto de seguridad vigente entra en crisis, pues el orden interestatal, basado en la soberanía y la simetría, no funciona en un mundo marcado por las asimetrías. Estas surgen por el »retorno« de las guerras semiestatales o privadas y en cierta medida comerciales. Lo más destacado es que no parece haber afán en ganar la guerra ni en las batallas decisivas, tampoco en la toma del poder político central o al menos en »negociar« la paz. | |||
4 | Las nuevas guerras, entonces, no se corresponden con el modelo de la guerra civil »clásica« como la de España en los años treinta o la de Estados Unidos en el siglo XIX; tampoco a la guerra (o guerrilla) social revolucionaria. En las »nueva guerras«, dice Münkler, el objetivo político se pierde mientras que se prolonga indefinidamente el conflicto. La población civil (o un sector de ella) se vuelve un blanco de ataque más importante que la fuerza armada del adversario. Se usa ampliamente el terrorismo, se financian los grupos armados con diversas estrategias ilegales como el tráfico de drogas o los secuestros mientras que en algunas regiones explotan además recursos naturales. | |||
5 | Münkler señala que una diferencia muy importante entre las »nuevas guerras« y las guerras sociales revolucionarias radica en que pierde importancia el papel del »tercero a interesar« (der zu interessierende Dritte) que podríamos entender como la opinión pública o fuerzas neutrales o indecisas. El politólogo Nazih Richani (2003, 23) por su parte también considera que los estudios de las revoluciones por impresionantes que sean no arrojan casi ninguna luz que ayude a explicar la prolongación de ciertas guerras civiles. | |||
Elementos del sistema de guerra |
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6 | Se le puede criticar a Münkler que deje de lado la intencionalidad política de los actores enfrentados. Las ventajas inmediatas de la prolongación de la guerra se identificarían con intereses personales de los warlords. Hay otros enfoques que valoran el factor económico como elemento fundamental para la prolongación de los conflictos armados pero con menos énfasis en el nivel de la ventaja personal. Rachini (2003), por ejemplo, habla de la economía política de guerra como elemento central del sistema de guerra (war system). En este caso el factor ideológico o político (así sea a un nivel muy elemental) sigue presente. Münkler reintroduce lo ideológico pero solamente en una variante negativa cuando señala que el fundamentalismo islámico es bloqueador. Interesante es que Münkler señala un bloqueo paralelo en la posición de EEUU de abolir el derecho internacional. | |||
7 | Enfoques como los que registramos aquí tienen el mérito de poner atención en la prolongación misma del conflicto y los factores que lo permiten. Incluso si nos salimos de los escenarios asiáticos, africanos y balcánicos considerados por el autor, vemos que un conflicto armado con evidentes causas políticas y sociales – como el colombiano – puede en el curso de los años, adquirir las características de las »nuevas guerras«. | |||
8 | En ultimo capítulo de Die neuen Kriege señala dos caminos para contener el desafío de las guerras asimétricas. Uno, criticado por Münkler es el del intervencionismo norteamericano que se acopla a la asimetría y se enfrasca en guerras prolongadas contra el terrorismo. Otro sería el de Europa que favorece una recuperación de la simetría interestatal salvando el Derecho Internacional y la construcción del Estado en las regiones en crisis. El regreso a la »guerra justa« alumbra el primer camino. El derecho y los instrumentos políticos el segundo. Pero mientras la intervención militar y la intimidación son la consecuencia del primer planteamiento, no queda claro cómo puede influir el segundo en casos concretos de conflicto armado interno. | |||
El papel de la sociedad civil |
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Christian Gros: Políticas de la etnicidad: Identidad, Estado y modernidad. Bogotá: ICANH, 2000. 216 páginas ISBN 958-96930-0-8 ![]() Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH): ![]() |
9 | Pero, leyendo a Münkler, hay que preguntarse también si es que los límites del conflicto armado interno sólo son trazados desde el exterior, en tanto intervención, mediación internacional o presión para un arreglo y no desde el interior mismo del país en guerra. Sectores de la sociedad civil de un país con conflicto armado interno, en la medida en que puedan usar al menos algunos instrumentos políticos, pueden jugar un papel muy importante en la búsqueda de una salida negociada. Este aspecto, que se puede ilustrar con numerosos ejemplos de movimientos pacifistas, de luchas por los Derechos Humanos y por la vigencia del Derecho Internacional Humanitario, por el respeto a la población civil, etc. constituyen hoy en día una dimensión presente en muchas guerras civiles. Esta dimensión merece una atención mayor que la hasta ahora concedida por la investigación sobre violencia y conflicto. | ||
10 | Es cierto que a partir de un cierto nivel de agudización de un conflicto armado interno, las posibilidades de acción de terceras fuerzas situadas en el escenario de la sociedad civil se restringen. Como muchos conflictos solo llaman la atención internacionalmente una vez que han alcanzado estos niveles, se tiende a desconocer que el conflicto en cuestión habría podido encontrar otros desenlaces. | |||
11 | Hay incluso una objeción de principios: que la sociedad civil no se puede encontrar en todas partes pues es una construcción típica de la modernidad occidental. El concepto de la sociedad civil supone la existencia de la ciudadanía como cualidad universal de los seres humanos de una nación y por extensión del mundo. Si hay gente que se organiza políticamente a partir de pertenencias (prepolíticas?), como la etnia o la religión y a partir de esas identidades llegan a una confrontación violenta con otros grupos, poco sentido tendría hablar de sociedad civil. Sin embargo, se puede replicar que una identidad de esa naturaleza no ha implicado ni implica en nuestros días necesariamente la imposibilidad de negociar la convivencia que pasa por negociar los conflictos. | |||
12 | El antropólogo francés Christian Gros (1999) ha señalado cómo en Latinoamérica es sorprendente el bajo nivel de violencia étnica comparado con otras regiones. Pero esto no tiene que ver con un éxito de la »integración« o con la resignación de los indígenas ante la cultura dominante y los grupos hegemónicos. Tomando en cuenta las situaciones de los indígenas en Brasil y Colombia señala cómo las organizaciones y comunidades indígenas están utilizando instrumentos de la modernidad como el derecho para defender su existencia como grupo diferente y minoritario, es decir, defienden la tradición con métodos modernos. Y esto pasa por participar en el diseño de una forma de Estado que permita y garantice estas aspiraciones (Gros 2000). Como ha dicho el antropólogo argentino Néstor García Canclini, se trata de una construcción de tradición y no simplemente de una prolongación del pasado. Y en el caso del levantamiento neo-zapatista en el sur de México es claro que los insurrectos no solo lanzaron un mensaje a toda la nación sino que convocaron a la sociedad civil para que interviniera con todo vigor de tal manera que su resistencia armada fue como un momento para producir una resistencia civil. | |||
Condiciones del conflicto |
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Nazih Richani: Sistemas de guerra. La economía politica del conflicto en Colombia. Bogotá: IEPRI / Planeta, 2003. 289 páginas ISBN 958-42-0539-0 ![]() Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI): ![]() Editorial Planeta: ![]() |
13 | Nazih Richani (2003) considera que hay tres condiciones fatales que pueden conducir a la prolongación de un conflicto interno en la forma que él llama »sistema de guerra«. Una es la pérdida de la capacidad de negociación de los conflictos entre los grupos de una sociedad determinada. Concretamente cuando las instituciones del Estado pierden la capacidad de establecer canales de negociación. Pero según Richani este factor conduce a un conflicto prolongado sólo cuando se junta con dos condiciones más. Una es que los adversarios se acomoden bien a su papel de contendores armados, consideren que más pierden con la paz que con la guerra y hayan logrado establecer una »economía política positiva« (explotación de activos políticos, económicos y militares) así sea asimétrica. Si fuera una acumulación negativa se aceleraría una negociación. El otro es que ningún bando esté en capacidad de alcanzar la hegemonía. | ||
14 | Con el modelo anterior se pueden asociar otros conceptos que señalan cómo la violencia, de medio para alcanzar un fin político puede convertirse en un proceso autopoiético que termina condicionando todo el escenario político de una manera muy particular, como violencia que tiende a despolitizarse, es decir a escaparse del radio de acción político. En estas circunstancias la violencia se aparta de las causas iniciales y no es claro qué es lo que se pudiera negociar para alcanzar la paz, pero los actores violentos también se multiplican y el conflicto pierde transparencia. | |||
15 | Al estudiar conflictos concretos, tal como lo hace Heidrun Zinecker en el caso de Colombia, se habla entonces de que existe un »conflicto primario« (por ejemplo guerrilla contra Estado) al lado de conflictos secundarios (por ejemplo derivados del narcotráfico o de la relativa autonomía de los grupos armados de ultraderecha). No sería pues en realidad un conflicto bipolar. Además, cada uno de los dos polos del conflicto primario se caracteriza más por la heterogeneidad interna que por la homogeneidad, y eso debilita la posibilidad de negociación. Dentro del »conflicto primario« el elemento político muestra su debilidad en la falta de un »horizonte de compromiso« dado que los actores no se alejan de conceptos maximalistas (best solution) y consideran impensable una »second best solution«. Una posibilidad de aprendizaje en cada polo es, sin embargo, considerado como factible. | |||
Mercados de violencia |
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Mauricio Romero: Paramilitares y autodefensas 1982-2003. Bogotá: IEPRI / Planeta, 2003. 296 páginas ISBN 958-42-0613-3 ![]() Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI): ![]() Editorial Planeta: ![]() |
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El etnólogo alemán Georg Elwert (2003) ha aportado el concepto de »mercados de violencia« para referirse a conflictos que no se inician por un motivo económico pero que luego la continuación de la violencia »se basa en motivaciones económicas o en un comportamiento económico inconciente«. Dado el peso de la economía de la droga en la financiación de grupos armados en Colombia, esta hipótesis necesariamente despierta allá mucho interés. |
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17 | La privatización de la guerra la registra Münkler como un fenómeno que atañe a todos los contendores en la medida en que los rebeldes se alejan de los principios políticos iniciales y el Estado deja de ser Estado y se convierte simplemente en otra fuerza combatiente. El politólogo colombiano Mauricio Romero (2003), en cambio, encuentra una forma de privatización de la guerra en Colombia como un fenómeno que aparece al lado de los contendientes principales, sin sustituirlos del todo. Es el »empresario de coerción« que él utiliza para designar a los grupos derechistas colombianos »paramilitares« y de »autodefensa« que tienen un origen marcadamente regional allí donde sectores hegemónicos locales que se sintieron amenazados ante reformas democráticas y negociaciones de paz entre los antagonistas principales (Estado y guerrilla) intentaron, en sus áreas de influencia, impedir la formación de nuevas coaliciones políticas y al mismo tiempo pretendieron acabar con la guerrilla por su propia iniciativa dado que no confiaban en la capacidad del Estado para hacerlo. | |||
18 | Hay pues un tipo de conflicto armado de larga duración, como el colombiano, que guarda muchas similitudes con el modelo de »nueva guerra«, o »mercados de guerra«, pero que no se agota en él. La principal diferencia está en cierto papel que juega la sociedad civil, los instrumentos políticos, las instituciones. Esto guarda relación con el hecho de que existen amplios sectores de la sociedad, especialmente en las grandes ciudades, cuya cotidianidad transcurre en lo fundamental por fuera de la confrontación armada, así esa cotidianidad esté afectada permanentemente por otras formas de violencia social. La experiencia de convivir con el conflicto armado sin participar activamente en él orienta la actitud política de una gran parte de la población. Pero también es evidente que también hay sectores que se movilizan para exigir una terminación del conflicto armado o al menos ponerle reglas. La guerra no alcanza entonces a copar toda la sociedad. En este sentido no se ajusta a la realidad la referencia que hace Münkler (2002, 32) sobre Colombia, como el prototipo más destacado de la difusión de la violencia por todos los poros de la sociedad al mismo tiempo que ya no hay ningún orden estatal. | |||
19 | Aquí cobra relevancia el concepto de Münkler sobre »el tercer a interesar« pero por un sentido inverso al conferido en el análisis de las nuevas guerras. En estas pierde importancia. Los enemigos enfrentados no necesitan invertir esfuerzos en el »tercero a interesar«. Pero hay conflictos prolongados en los cuales sí se hace indispensable una renovada búsqueda de legitimidad para usar la violencia. El debilitamiento de la legitimidad, por otra parte, afecta al esfuerzo bélico. En estos casos el repertorio de argumentos en contra del uso de la violencia, por ejemplo el de los derechos humanos, aparece reforzando no sólo una visión humanista sino que como resistencia o desobediencia civil, también se presenta con ventaja ante el examen de una racionalidad estratégica. Desde el ángulo filosófico, y en medio de un conflicto concreto, esta reflexión ha sido desarrollada en profundidad por el filósofo italiano, residenciado en Colombia, Angelo Papacchini (1997, 313-407) bajo la forma de pregunta de si existe derecho al uso a la violencia. | |||
Conclusiones |
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Profundizar en el conocimiento de los conflictos violentos y descubrir las claves de la movilización de las fuerzas de la sociedad civil a favor de la paz y la justicia aparece como un imperativo ético ineludible para los intelectuales del Norte y el Sur. | 20 | Es claro que comienza un nuevo cruce de perspectivas entre los análisis que parten de una visión generalizadora y aquellos elaborados en las áreas de conflicto así como entre los inspirados por la filosofía política y la ética y los que se apoyan en los instrumentos de las ciencias políticas. | ||
21 | ¿La invasión a Afganistán y especialmente la de Irak han restituido al Estado su papel como el protagonista principal en la guerra refutando la »desestatización« de ella postulada por algunos especialistas como los aquí mencionados? El fortalecimiento del Estado norteamericano en el escenario mundial se está haciendo a costa de la desorganización del sistema interestatal vigente, no mediante el reemplazo de éste por otro más racional sino por el realismo del más fuerte. Es este sentido se puede decir que el pesimismo de Münkler está siendo confirmado por los acontecimientos. | |||
22 | Una actitud europea, respetuosa del Derecho Internacional y a favor de una mediación en conflictos internos de otros países, solo será vigorosa en la medida en que haya una sociedad civil que la impulse, así como el freno a una política unilateral agresiva de EEUU depende en gran medida de la oposición interna que genere. Que las partes en conflicto dentro de una guerra interna acepten una mediación que ayude a alcanzar un compromiso, depende no sólo de un eventual agotamiento de las fuerzas enfrentadas sino también de que haya una actitud de amplios sectores de la población que presionen por un acuerdo. Profundizar en el conocimiento de los conflictos violentos y descubrir las claves de la movilización de las fuerzas de la sociedad civil a favor de la paz y la justicia aparece como un imperativo ético ineludible para los intelectuales del Norte y el Sur. |
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