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Edgar Montiel: El humanismo americano. Filosofía de una comunidad de naciones. Lima: FCE, 2000. 318 páginas ISBN 9972-663-26-4 ![]() Fondo de Cultura Económica: ![]() »El humanismo es integral, durable y para todos. Su objetivo mayor ha sido y es en América la justicia social, la lucha contra la pobreza y la marginación con las armas de la participación popular y la democracia. Eso significaría elevar esta filosofía de vida a filosofía política de las naciones, que se encarne tanto en las instituciones de la sociedad civil como en el Estado y el Gobierno.« Edgar Montiel (18) |
Comprender el humanismo en América y avanzar sobre sus proyecciones en este siglo, es el propósito de Edgar Montiel en esta obra. Humanismo americano que comienza en el Siglo XVI con la disputa jurídica, ganada por Bartolomé de Las Casas contra Sepúlveda, sobre la condición humana de los aborígenes americanos, donde queda establecido que los hombres somos iguales, aunque sean distintos los orígenes y las culturas. La Revolución Francesa en el Siglo XVIII y la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de la ONU, junto con la Declaración Universal sobre el Genoma Humano de la UNESCO, completarán en el Siglo XX aquel primer grito americano. América da a Occidente, no sólo un gran aporte económico – uno de los factores esenciales para el nacimiento de la burguesía urbana protoindustrial, sino uno cultural: el mestizaje, la humanidad nueva que surge del trato y unión con el Otro. Es imposible pensar la modernidad sin América, sostiene Montiel. Y haciendo suyo el pensamiento de Carlos Fuentes, lo cita cuando éste expresa (Cumbre de Guadalajara, 1991) que el mundo por venir será como ha sido América, un mundo de mestizajes y migraciones donde se enfrenta al Otro: hombres y mujeres diferentes, de otra raza y cultura. Montiel analiza también la incomprensión conceptual que Marx tuvo sobre la realidad americana al seguir a Hegel, quien en sus Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal, consideró a América la noche de la filosofía, un continente inmaduro física y culturalmente, sin capacidad de trabajo y organización social, impotente en lo moral. Así, Marx pensaba que América estaba habitada por pueblos sin historia, siendo Bolívar un personaje fundamentalmente pintoresco, cobarde y traidor, de ninguna manera un líder histórico y revolucionario. La incomprensión de Marx se debió – según Montiel – a que siguió fielmente la visión hegeliana de América, sin la nueva actitud epistemológica que América siempre exigió, después de ser descubierta con los ojos del Renacimiento y los planes de la Iglesia Católica, en la más grande ofensiva globalizadora que la historia recuerde. La literatura y el arte latinoamericano han desarrollo un peso propio de mayor originalidad que las ciencias sociales y la filosofía, las que luchan todavía por despojarse del eurocentrismo que siempre las guió de un modo o de otro. En esto, la tesis de Montiel es que hay cuatro antinomias por superar: imitación/creación, recepción/crítica, aculturación/identidad y conformismo/subversión creadora. Y recurriendo al »yo histórico« americano se han producido corrientes como la »escuela histórico-estructural« y sus análisis sobre el subdesarrollo, las tesis sobre la »cultura de la denominación«, y la llamada »teología de la liberación«. En la recepción acrítica muchos ven en la filosofía latinoamericana una extensión de los temas europeos, mientras que otros proclaman la necesidad de »filosofías nacionales« negando el valor sin fronteras de la leyes científicas y reduciendo el carácter totalizante de determinados temas filosóficos (el hombre ante el Estado, la muerte, la ética). Montiel propone el rescate de las cosmogonías prehispánicas en la unidad individuo, cosmos y mito. Además, aquí el discurso filosófico no se expresa en forma de tratado ni necesariamente en el ámbito universitario, sino que se vuelca en los artículos y ensayos, incluso en la oratoria, ensayo que las más de las veces tiene ropaje estético. El pensamiento americano es, por destino, de carácter subversivo, en la urgencia histórica de su existir – ésta quizás es la tesis más conocida de Montiel. Presenta temáticas propias que reclaman su estatus, tales como subdesarrollo y cultura nacional, Estados antropófagos, estética de las artes populares, etc. Otra de las instancias a observar es que la sociedad postindustrial que hegemoniza la globalización planetaria, con sus enormes consecuencias históricas y sociales por tecnología (pensemos en las consecuencias de la informática y la robótica, la telemática y la biotecnología), es confrontada por las llamadas culturas nacionales y regionales (como el zapatismo en Chiapas). Queda por desarrollar lo de filosofía de una comunidad de naciones, ya que no es claro si ello es el efecto de los análisis de Montiel sobre el humanismo americano, un paradigma a construir, o tal vez el tema central de un próximo libro, ya que aquí no hay referencias explícitas. Mientras, Montiel enfatiza que América está inscripta en una doble utopía: la que significó en su nacimiento para la Europa renacentista, y la que debe buscar para sí misma en el Siglo XXI. |
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