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Diana de Vallescar Palanca

Transformación intercultural de la filosofía

Sobre Raúl Fornet-Betancourt: Interculturalidad y globalización. Ejercicios de crítica filosófica intercultural en el contexto de la globalización neoliberal


 Una contribución para la propuesta intercultural



Raúl Fornet-Betancourt:
Interculturalidad y globalización. Ejercicios de crítica filosófica intercultural en el contexto de la globalización neoliberal.
Frankfurt/M.: IKO – San José, Costa Rica: DEI, 2000.
159 páginas
ISBN 3-88939-541-4 (IKO)
ISBN 9977-83-124-6 (DEI)
(Denktraditionen im Dialog: Studien zur Befreiung und Interkulturalität 8)




IKO – Verlag für Interkulturelle Kommunikation:
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Editorial Dei:
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1

  En este libro Raúl Fornet-Betancourt presenta doce trabajos escritos por motivos distintos y en diversos momentos. En ellos se deja ver, como subraya él mismo: »su preocupación por contribuir al desarrollo del planteamiento de la filosofía intercultural« (7), a partir de un doble nivel, en tanto corriente filosófica y como movimiento crítico teórico-práctico que se hace cargo de la realidad histórica e intenta ofrecernos alternativas posibles frente a la fuerza que modela nuestro mundo actual. Es decir, la política del neoliberalismo (cf. 99-106) y sus estrategias de globalización (cf. 107 -134).

2

  Por eso nos sitúa ante un intento de pensar y practicar la interculturalidad como fuente de crítica y horizonte alternativo en contra de la imposición de la globalización – entendida como política y estrategia económica, o una ideología totalitaria – que no tolera alternativas propias en ninguna parte, ni siquiera en Occidente. Y precisamente esa díada, interculturalidad y globalización, constituye el eje vertebrador de la obra, junto al posicionamiento concreto y personal del autor expresado mediante diez tesis fundamentales (cf. 151-159).



 Estructura y contenidos

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  Dicho conjunto de trabajos puede leerse como una serie de ejercicios para el pensar y actuar interculturales articulados sobre tres frentes: el desafío que representan las culturas para la propuesta filosófica intercultural fundada como una perspectiva de respuesta (caps. 1°. -3°. ); el desafío para la filosofía y, en particular, la filosofía latinoamericana que se ve interpelada hacia un cambio de rumbo marcado por la idea de interculturalidad (caps. 4°.- 7°.); y, finalmente, el desafío de una crítica ética a la globalización neoliberal a partir una apuesta por la reivindicación del sujeto, que es fuente de resistencia y vida alternativa (caps. 8°.-12°.).

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  Puede afirmarse que esta obra equivale a un contenido programático de la propuesta intercultural de nuestro autor y nos revela su carácter bio-bibliográfico. Pues, estos trabajos delatan parte de su propia trayectoria enlazada a través de encuentros, seminarios, congresos, etc.; durante los que ha ido exponiendo su pensamiento al contraste con diversos autores y disciplinas, de diferente procedencia cultural; lo que le permitió perfilar progresivamente las bases metodológico-espitemológicas de su propuesta intercultural; evidenciando que la interculturalidad en principio – como él sostiene – es una experiencia desde donde compartimos nuestra vida e historia con el otro, a partir de nuestro ámbito más común y, supuestamente, propio (cf. 68). Por eso la interculturalidad no puede ser reducida a su dimensión estrictamente racional, lógica o filosófica; y, además, queda abierta al diálogo interdisciplinar.

»¿No sería igualmente concebible que las culturas tradicionales transformasen culturalmente la globalización en el sentido de conseguir una pluralización real de los fenómenos que se globalizan ...?«

Raúl Fornet-Betancourt
(48)

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  Así se intenta poner de relieve la asunción de tomar realmente en serio – las experiencias, temáticas, interpretaciones, modelos de racionalidad, el mundo de vida y de los lenguajes, etc. – de las demás culturas originarias e históricas, hasta cierto punto comunicables (cf. 41-50); pues, se requieren determinadas condiciones iniciales para que dicho diálogo pueda llevarse a cabo. Esto es que, en primera instancia, se ha de realizar un diálogo acerca de los factores económicos, políticos, sociales, militares, etc., que lo están condicionando e impiden tomar con seriedad a las demás culturas. Significa que la premisa irrenunciable son las condiciones de igualdad y, por ello, han de revisarse las reglas del juego. Y le corresponde a la filosofía – además de que lo exige la dinámica interna del diálogo –, la cuestión 'decisiva' de desmantelar una contextualidad que convoca al diálogo sin querer fragmentarse y promueve una repartición equitativa del poder real para ordenar y configurar la propia contextualidad, contribuyendo así al reordenamiento de una serie de condiciones y a la autotransformación (cf. 12-13).

6

  La concepción de la filosofía de que ella es fundamentalmente una reflexión teórico-práctica – saber hacer y un saber hacer realidad – resulta de una experiencia fundante y de la confluencia de un pensamiento crítico, dialógico, personalista, existencial y de la liberación (cf. 79-97). Esta concepción y su comprensión plural se han dado siempre desde diversas formas de pensar y quehaceres, expresada mediante distintas lenguas y en lugares distintos, es decir, contextos articulados a una variedad de procesos históricos. Pero se asume que la filosofía en su trayectoria atravesó por una fuerte institucionalización, por lo que quedó convertida en una disciplina o un saber académico, sujeto a determinados intereses político-socio-culturales y a la hegemonía de una tradición – el canon occidental.

»... la tarea fundamental que debe afrontar hoy la 'filosofía latinoamericana' es, por tanto, la tarea de la transformación intercultural de sí misma. Pero esta tarea implica no sólo el momento deconstructivo crítico de la desoccidentalización conceptual ... tiene que ser acompañado por un momento explícitamente constructivo que llamaremos el momento de la reubicación cultural ...«

Raúl Fornet-Betancourt
(63)

7

  Aunque paralelamente y siempre se dieron movimientos sociales alternativos y liberadores que han servido de apoyo para plantear la intervención en el curso de la historia en nombre de lo que ha sido negado como posible. En el sentido de que la esperanza, las memorias reprimidas y la utopía son parte, inclusive, de la realidad por hacer (cf. 66-67). De ahí que se desprenda la tarea de 'desfilosofar la filosofía', al reconocer que existen otras filosofías, y liberarla de los límites que le han sido impuestos (cf. 74-75). A saber, esa tendencia de ocuparse de sí misma y su historia – por lo general volcada hacia el pasado – y de un análisis exclusivamente de textos, le redujo en su alcance, olvidando que los propios textos y reflexiones arrancan de la misma contextualidad e historia.

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  Asimismo propone una transformación intercultural de la filosofía, particularmente la de América Latina, aunque luego pudiera ser extensiva a las demás realidades. Pues esa filosofía sólo ha sido 'parcialmente' latinoamericana. En tanto que sólo fue vehículo de voces criollas, mestizas o europeas y prefirió únicamente como interlocutores y destinatarios a los 'profesionales de la filosofía'. Con ello descuidó y marginó las tradiciones indígenas (cf. 51-57) y las afroamericanas que hoy la desafían; así como al pueblo como sujeto del filosofar.

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  La propuesta, entonces, consiste en aprender a leer e interpretar la realidad latinoamericana y su historia, contando con dichas tradiciones, que son consideradas como sujetos de interpretación. Subyace un doble movimiento: la deconstrucción de la filosofía y su reubicación o apropiación de la diversidad cultural latinoamericana en sus diversas tradiciones, voces y formas de articulación (cf. 62-63). Por eso no se trata simplemente de un rescate historiográfico sino del reconocimiento polifónico de América Latina.

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  Resta decir que recorren esas páginas la convicción profunda del autor, cifrada en la necesidad de construir una filosofía que sea »más colorida, pluricromática, pluriforme, plurivisional«, que aprenda a filosofar desde el contexto del diálogo entre las culturas (cf. 10) para responder a los desafíos actuales, por ejemplo, el problema de los derechos humanos (cf. 89-97), y contribuir a crear un mundo realmente intercultural. De modo que esa filosofía también pueda desenvolverse en la esfera pública de nuestras sociedades, puesto que trata de asuntos públicos que ha de exponer, contribuyendo a crear un espacio de opinión pública alternativo (cf. 76-77).

Diana de Vallescar Palanca
trabaja actualmente en un proyecto sobre Interculturalidad y Mujer en Madrid, apoyado por CEYPO (México) y el Instituto Missio (Aachen).



 Aportación crítica

11

  Este libro constituye un excelente material para introducirnos en el planteamiento intercultural mediante diversos enfoques. Pero si tenemos en cuenta que el sistema global que domina al mundo, incluye el patriarcado – en sus formas más crueles y enmascaradas – como sistema de dominación, así resulta importante retomar el diálogo con la cultura de las mujeres para crear un mundo de vida realmente compartidos. En ese sentido nos parece que esta última temática todavía constituye un punto de la agenda intercultural a tratar.



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